PARA CADA UNO, por Claudio Chiuquievich (Demasiado Tarde Para Nada | 91.9 fm | 13 a 15 hs)
“Si la gente quiere ver sólo lo que puede entender, debería ir al baño, no al teatro.” Bertolt Brecht
Un psicópata sólo es tal cuando logra trastocar en nosotros la noción internalizada de cordura y locura, reproduciendo la racionalidad imperante, bajo la misma lógica dominante para determinar premios y castigos, absoluciones y homicidios, condenas y delirios, razonamientos y eufemismos.
Terapéutica, entonces, la reacción que provoca al asistente a la obra “Lo sé, pero aún así” de Sergio Peralta, estrenada el viernes en el Foro Cultural Universitario.
Son 40/50 minutos. Se viven como si transcurrieran hora y media en el cuerpo.
Intensidad, a eso nos expone: al ejercicio de la palabra puesta en juego desde múltiples voces que cuentan lo que callan por no atreverse a decir lo que acostumbraban a mirar.
Aquí está el alambre de púas que cerca la escena de un ring partido con escaleras en el pozo de la racionalidad cínica, amuradas por pantallas con rutas sonoras, piernas con manos, aguas vertiendo, flechas de hastío en fragmentos y caminos. Actor en el centro lumínico, avasallando el paisaje, demoledor, en el que cocinamos el propio delirio.
Las púas no son espinas. Sangra adentro la sabia en su brío. Alambrados sin flores incubamos lo cierto innegable y asume su arte el coraje intelectual de expresar lo no dicho. La fórmula que exige es tenebrosa. Encastra allí donde el tiempo no consiguió saldar el desvarío.
Salvaje, Peralta. Se aventura a lo no consentido.
Extremo, Peralta. Busca allí donde a todos les gana el olvido.
Clásico, Peralta. La incomodidad que genera la provoca sin perder la elegancia.
Obsesivo, Peralta. En la marcación del gesto, en la puntuación del libro.
Esperanzador, Peralta. Despierta sonrisas en cuerpos dormidos.
Exquisito, Peralta. Por no empalagar y dejar con ganas de más.
Certero, Peralta. Por desbaratar la locura de los cuerdos con la potencia que otorga la cordura de los locos.
Conmovedor, Peralta. El tallo que alumbra esa madera, creación que desbarata.
Templanza, Peralta. El abismo al que se expone es consecuencia de la sacudida que provoca.
Salud, Peralta. La acción que desencadena remueve en el propio cuerpo desmesuradas reacciones.
Alegría, Peralta. Es el deseo que se construye abrevando de lo tribal del intelecto y lo emocionante del pensamiento.
Fortaleza, Peralta. Atreverse al valor de la debilidad, allí donde se encuentre, contribuye a superar mentiras.
Aguante, Peralta. La desidia que recrea en su obra, es proporcional a la necesidad que sabemos quienes compartimos el desafío.
Gracias, Peralta. Reconforta encontrarse con quienes saben conjugar el acústico silencio y la gravedad del grito.
Íntegro, Peralta. Por tanto respeto que nos espeta en “Lo sé, pero aún así”...porque no es para todos ni cualquiera, sino para cada uno.